Sin Encanto

Eran las 10 y 30 de la noche y me dirigía al portal de mi casa, ya casi llegando veo la figura de una chica, voy acercandome ya apunto de sacar las llaves del portal, y oigo desde el altavoz del timbre del portal, !tirate a Matías!, en los escasos 10 segundos de meter la llave en la cerradura la interlocutora de a saber que piso soltó un sermón en el cual el "novio" actual de la susodicha no quedaba muy bien parado, subí las escaleras con la paciencia de un caracol, y los improperios iban en aumento, lo mejor de todo fue el tal Matías que supongo por lo poco que escuche, se había ganado un polvo gratuito casi sin comerlo y sin beberlo. Gritaban como verduleras de rastro, parecía que quisieran hacer publico el polvo que le iba a dar al intercepto. Con conversaciones como la escuchada donde se alaban las grandes virtudes de los Matías sueltos, se pierde mucho encanto, las cosas requieren su tiempo y su espacio. El tiempo del cazador da paso a la carne de segunda y al escabeche mal preparado.