Misterio en 3

Símbolo de la creación y desleal desde que se menta.
Marcado por la ingratitud y el ansia de conquista.
Regido por la lógica de la procreación y el poder.
Unidos y destruidos por la aparición simbólica del tres.
Absurdas falacias aparecen a la entrada del mentor.
secretas agitaciones de corazones convulsos,
abocados a la siguiente búsqueda del placer
Historias de sexo y confusión, éramos amantes y encontraste tu final.
tu dorado cabello se perdió en un rayo de sol, ocultado por una nube que cegó tu luz.
El poder no cesa y enturbio lo que un dia construimos juntos.
Nos perdimos lenta y agónicamente en un bosque sin vida.
una vez fui maestro y el colegio se cerró.

A.Lewis
Los fuegos del amor se apagan al descubrir otra casa en llamas.

A.Lewis

Dulce Criatura

Desde la ultima vez que te vi, la niña dejo de jugar
El parque se quedo solitario, el viento soplaba con furia.
Las hojas caían en un manto de piedras y barro.
Ahora jugará en el sueño de otra mente.


A. Lewis

A la dulce memoria de N.

Marianne




Por la belleza intemporal.

Viajeros Del Amor

Vamos a hablar de amor dice una voz,
donde está esa isla, me es familiar.
Hablemos cuanto queramos, pero hablemos,
¡donde están las mujeres!, ¿buscando oro?
testigo ciego que arremete con furia,
maniquíes bailan al compás de la música.
Unión simbólica compartiendo un final,
esporas vagando por las fértiles calles,
libre viajero ardiente de felicidad.

A.Lewis

La Musa

la musa embriaga mis pensamientos narcotizandolos,
parece una niña pequeña saliendo de la escuela.
Juguetea con las miradas sonriendo,
cautiva, mientras se oculta con alguna frase,
me apoyo en su compañía fugaz mientras otros sueños se van.
Mirando las luces de la calle observo su interminable incandescencia,
mientras mi mente se para, se dispersa buscando otra realidad,
que diga que la musa está en mi realidad,
aguantando paciente mi alma arruinada,
se agita entre los muertos.
Tres veces tu, dime tu nombre
¿Acaso existes? o simplemente te busco.
Son secretos mensajes de una secreta persona,
necesito algo, quizás sea de metal o tenga colores,
no ceso de observar los faros que me llaman,
me atormentan con su luz infernal.
El auto-engaño también es otra salida.
Cuantas noches en vela esperando la nada,
guiado por el espíritu de la rebelión y los licores
Meo en un vaso y quisiera convertirlo en ron, miro y quiero desnudar
oigo gemir a un animal y comparto su dolor
concedamos unas horas a la inspiración y su rastro atravesando todas las paredes.
Bostezo al oír la conversación ajena en un bar, duermo despierto.
Amenizame con tus locos cantos, has aparecido flotando sobre mis sabanas
¿eres la tierra prometida? ¿estas preparada para el desembarco?
Guíame, estoy ciego y no tengo bastón.
Soy todo y nada a la vez, soy mil caras en un espejo
soy el rostro oculto de la muerte.
Tres veces tu, dime tu nombre
Flotando en un espacio imposible como un pez
Viviendo un dia encima del otro,
una escalera interminable buscando la cima
una montaña con forma de espiral,
donde los pensamientos son circulares
Llevame a tu regazo y dame tu pecho,
devuelveme al limbo de los inmortales.
Te veo una y otra vez,
infinidad de veces en un cristal roto, roído una y otra vez.

A.Lewis

Esta Noche

Sueños perdidos, sueños rotos sobre un volcán que va arrasando la conciencia con su lengua de fuego.
El ígneo calor de los cuerpos serpenteando el uno con el otro. aquí fuera la música suena y las notas caen como una lluvia que anuncia tormenta. La serpiente sesea sobre las montañas de cálida arena buscando un hueco fresco donde cobijarse, la luna refleja su cambiante figura sobre la ventana de una chica que medita su vida en la habitación de un motel. Larga noche en la ciudad, las aves dan vueltas sobre la montaña, el esperma se disuelve como si fuera un vaso de licor. El fuego arde en la noche sin importar el tiempo, las chicas van desnudas, despojadas de cualquier pudor, desean ser bendecidas con alcohol y semen. La noche es larga, esta noche hay tiempo, esta noche seremos cualquier cosa que queramos ser, esta noche somos tu, yo y el destino.


A. Lewis

Bello Joven Dios




He de agradecer personalmente esta fotografía especial, tomada por la no menos especial Leire en Italia, para Dioniso como reza detras de la fotográfia. La marca de la libertad y la vida dionisica. Cada cual es su ley.

Himno a Pan

Estremécete con apasionada lujuria de la
Luz,
O hombre! Mi hombre!
Venid corriendo desde lo profundo de la
noche
De Pan! Io PAN!
Io Pan! Io Pan! Venid sobre el mar
Desde Sicilia y de Arcadia!
Vagando como Bacchus, con faunos y
panteras.
Y con ninfas y sátiros por su guardia,
en un asno blanco como la leche,
Venid sobre el mar! Para mi. Hacia mi,
Venid con Apolo en vestiduras nupciales!
Pastor y Pitonisa!
Venid con Artemis, envuelta sedosa tela
Y enjuaga el blanco muslo bellísimo
Dios,
En la luna de los bosques, en la montaña
de mármol,
En el semioscuro amanecer de la fuente
de amber!
Profundiza la apasionada y púrpura
oración.
En la Gruta color rojo fuego, el tambor
escarlata
El alma que penetra en los ojos azules
Para mirar a la lujuriosa que llora a través
Del espeso monte, el frondoso tronco,
Del árbol viviente que es espíritu y alma
Y cuerpo y cerebro---venid sobre el mar,
(Io Pan! Io pan!)
Diablo o Dios, para mi, para mi,
Mi hombre! Mi hombre!
Ven con trompetas sonando alto
Sobre la colina!
Venid con los tambores murmurando bajo
Desde la fuente!
Vengan con flauta y vengan con pipa!
Que no estoy maduro?
Yo quien espera y se encoge y lucha
Con el aire que no tiene ramas para anidar
Mi cuerpo, cansado de un vacío agarre,
Fuerte como un león y filoso como un
Aspid---
Venid, O venid!
Estoy adormecido
Con la solitaria lujuria de lo diabólico
Ensarta la espada a través del irritante
grillete
Devorador de todo, Creador de todo;
Dame la señal del Ojo Abierto,
Y el cetro erecto de la espinoso muslo
Y la palabra de locura y misterio,
O Pan! Io Pan!
Io Pan ! Io Pan! Pan! Pan Pan! Pan,
Yo soy un hombre:
Haced lo que la voluntad os Dicte! Así
como un gran Dios lo hace,
O Pan! Io Pan!
Io Pan! Io Pan Pan! Yo estoy despierto
En el abrazo de la serpiente.
El Aguila despedaza con Pico y Garra;
Los Dioses desaparecen
La gran Bestia viene, Io Pan!
Yo estoy naciendo
A la muerte en el cuerno del Unicornio.
Yo soy Pan! Io Pan! Io Pan! Pan!
Yo soy el amante, yo soy el hombre,
Cabra del rebano, yo soy de oro, Yo soy
Dios,
Carne con el hueso, flor para la rama.
Con cascos de acero yo corro sobre las
piedras
A través del solsticio necio hacia el
Equinoccio.
Y yo exclamo! Y yo desfloro! Y yo
rasgo! Y yo desgarro
Eterno, mundo sin final
Muñeco, doncella, Maenad, hombre,
En la fuerza de Pan.
Io Pan! Io Pan! Pan! Io Pan!

A.Crowley

Cabalgando La Tormenta

vagabundeando por el mundo con el único interés de esperar un mañana, viviendo las horas en busca de un mínimo de placer, un acto epopéyico que traspasa las fronteras de lo físico y lo convierte en olvidadizos recuerdos y pasadizos vividos en busca de la semejanza pasada. La locura de las inmensas ruedas de noria que giran y giran produciendo luces de colores para atraer a los niños a ellas como un pez atraido por un señuelo. La tormenta interminable viaja por el cosmos de la mente, Vivencias y personas que aparecen, están, desaparecen o cambian de forma o color al antojo de unas circunstancias tan variables como la tormenta en si, las chicas del ayer y del mañana buscan un lugar en la silla de montar, la cara humana cambia de rostro sin cesar. Los nuevos tiempos corren tanto como la bala o el tren, los cafés y sus cuadros están muriendo en pro del multi espacio vital. la tormenta sigue y cuando quede el ultimo hombre cabalgara sobre ella y su espacio inmaculado de blanco recorrerá los últimos paisajes soñados por el jinete. Vivir para cabalgar sobre un sueño, en una época estéril de artes y repleta de espectáculos del submundo mas monstruoso. Esperandola pacientemente dia tras dia, rugidos en la noche, ansias por crear y propagar el mundo clásico del cual nunca debimos abandonar a una suerte sin secretos, ni intriga donde casi todo parece escrito en un guión ejecutado a la perfección. La luz se hace intensa, miras hacia arriba esperando las palabras del interlocutor, una complicidad sin alterar, conscientes de que la partida acaba de empezar. Ella es cambiante, los reflejos cambian, la tormenta viene, se acerca oscura con un halo de color en su interior, buscando al jinete, sin miedos, habrá que afrontar los halos de luz que den el mañana.

A. Lewis
Titulo por publicar

¿Hay Sitio Para Los Dos?

Una hermosísima burguesa de la calle Saint-Honoré, de unos veinte años de edad, rolliza, regordeta, con las carnes más frescas y apetecibles, de formas bien torneadas aunque alga abundantes y que unía a tantos atractivos presencia de ánimo, vitalidad y la más intensa afición a todos los placeres que le vedaban las rigurosas leyes del himeneo, se había decidido desde hacía un año aproximadamente a proporcionar dos ayudas a su marido que, viejo y feo, no sólo le asqueaba profundamente, sino que, para colmo, tan mal y tan rara vez cumplía con sus deberes que, tal vez, un poco mejor desempeñados hubieran podido calmar a la exigente Dolméne, que así se llamaba nuestra burguesa. Nada mejor organizado que las citas concertadas con estas dos amantes. a Des-Roues, joven militar, le tocaba de cuatro a cinco de la tarde, y de cinco y media a siete era el turno de Dolbreuse, joven comerciante con la más hermosa figura que se pudiera contemplar. Resultaba imposible fijar otras horas, eran las únicas en que la señora Dolméne estaba tranquila: por la mañana tenía que estar en la tienda, por la tarde a veces tenía que ir allí igualmente o bien su marido regresaba y había que hablar de sus negocios. Además, la señora Dolméne había confesado a una amiga que ella prefería que los momentos de placer se sucedieran así de seguidos: el fuego de la imaginación no se apagaba de esta forma -sostenida-, nada tan agradable como pasar de un placer a otro, no cabía el fastidio de tener que volver a empezar; pues la señora Dolméne era una criatura encantadora que calculaba al máximo todas las sensaciones del amor, muy pocas mujeres las analizaban como ella y gracias a su talento había comprendido que, bien mirado, dos amantes valían mucho más que uno solo; en cuanto a la reputación, daba casi lo mismo, el uno tapaba al otro, la gente podía equivocarse, podía tratarse siempre del mismo que iba y venía varias veces al día, y en lo que atañe al placer, ¡qué diferencia!
La señora Dolmène tenía un miedo cerval a los embarazos y convencida de que su marido no cometería nunca con ella la locura de estropearle el tipo, había asimismo calculado que con dos amantes existía mucho menos peligro de lo que tanto temía que con uno solo, pues -decía ella como bastante buena anatomista- los dos frutos se destruyen entre sí.
Cierto día, el orden establecido en las citas se alteró y nuestros dos amantes, que no se habían visto nunca, se hicieron amigos de una manera bastante divertida, como vamos a ver. Des-Rones era el primero, pero había llegado demasiado tarde y, como si fuese cosa del diablo, Dolbreuse, que era el segundo, llegó un poco antes.
El lector inteligente se dará cuenta en seguida de que la combinación de estos dos pequeños errores debía abocarles a un encuentro inevitable; se produjo, por supuesto. Pero mostremos cómo sucedió y si es posible aprendamos de ello con todo el recato y el comedimiento que exige semejante materia, ya de por sí de lo más licenciosa.
A instancias de un capricho bastante singular -y los hombres son propensos a tantos- nuestro joven militar, cansado del papel de amante, quiso interpretar por un momento el de amada; en lugar de tenderse amorosamente abrazado por los brazos de su divinidad, prefirió abrazarla a su vez; en una palabra, lo que suele quedar debajo, él lo puso encima, y tras este intercambio de papeles quien se inclinaba sobre el altar en el que habitualmente tenía lugar el sacrificio era la señora Dolmène, que desnuda como la Venus calipigia y tendida como estaba sobre su amante, enseñaba, en línea recta con la puerta de la habitación en la que se celebraba el misterio, eso que los griegos adoraban con tanta devoción en la estatua que acabamos de citar, esa región tan hermosa, en una palabra, que, sin que tengamos que irnos demasiado lejos para poner un ejemplo, cuenta en París con tantos adoradores. Tal era su postura cuando Dolbreuse, que temía la costumbre de entrar sin más preámbulos, abre la puerta tarareando una cancioncilla y por todo panorama se le presenta aquello que, según se dice, una mujer verdaderamente honesta no debe nunca mostrar.
Lo que habría colmado de júbilo a tantísima gente, hace retroceder a Dolbreuse.
-¡Qué veo! -exclamó-. ¡Traidora...! ¿Esto es, pues; lo que me reservas?
La señora Dolmène, que en ese preciso instante se encontraba en una de esas crisis en las que la mujer actúa mejor de lo que razona, se apresura a contestar a semejante pretensión:
-Pero, ¿qué diablos te pasa? -pregunta al segundo Adonis sin dejar de entregarse al primero-. No veo por qué ha de decepcionarte nada de esto; no nos molestes, amigo mío, y acomódate aquí, que puedes; como bien puedes ver hay sitio para los dos.
Dolbreuse, que no puede contener su risa ante la sangre fría de su amante, comprendió que lo mejor era seguir su consejo, no se hizo de rogar y parece ser que los tres ganaron con ello.


M.Sade

Al Cumplir Mis Treintay Seis Años (fragmento)

Hoy este corazón debe de estar inmóvil
puesto que no mueve a otros corazones;
pero, aunque yo no pueda ser amado,
dejen que ame todavía!
Mis días descansan en las amarillas hojas;
las flores y los frutos del amor se han ido;
¡sólo el gusano, la corrupción y la pena
son exclusivamente míos!
El, fuego que consume mi pecho
está solo como una isla volcánica;
ninguna antorcha se enciende en su llama
que es pila funeral.
La esperanza, el miedo, la preocupación,
la exaltación del dolor, la fuerza del amor,
no están para que yo las comparta,
sino para arrastrar su cadena.
L.Byron

La espada Y el Caliz

Mascarada a la revolucion

Entre el rey y la revolución se encuentra la mascarada del bufón o el diablo vestido de arlequín.


A.Lewis

Hombres Libres

Víctimas del progreso, víctimas de la religión. Intentan deshacer las cadenas y el peso de la muerte tras sus espaldas, el precio de la liberación de un pueblo, el ejecutor apostado sobre su fusil, gente mutilada por los barrancos. Gritos de incomprensión, “es por vuestro bien perros indígenas” se escucha todavía en el eco de algún cañón, los arboles teñidos de sangre, sangre espesa y violada por la fe y el progreso, un progreso destructor. Quemados por el aire que respiran, mujeres desoladas con un maldito fruto en su interior, se escucha el sonido de las maquinas demoledoras de la gran guerra, aves de rapiña otean desde lo alto el festín de cuerpos. "Padre que hemos echo para merecer esto" le pregunta un niño a su padre, "Hijo, defender nuestra forma de vida" le responde mientras va cayendo al suelo y con un ultimo gesto de esperanza y libertad le dice "Corre y vive lo mas lejos de aquí". En el horizonte se ven cuerpos caídos en una lucha injusta y cruel donde las flechas y los arcos no eran rival para combatir contra el fuego negro de los colonizadores. Incivilizada "cultura" de los fuertes y su imposición a meras hectáreas de terreno, como anécdota a los últimos hombres libres.


A.Lewis