El buen Comer a Mejor Vida

Esta noche iba de prisa y corriendo, porque me cerraba el súper, entrando ya en el, y acercandome a la sección de pescadería, me he llevado una sorpresa al comprobar que allí estaba comprando don Ricardo.
- Que tal Ricardo, ¡ya hacia días que no te veía por el barrio! le exclame con alegría, -mira aquí esperando para comprar algo de pescado, ¡que alegría verte diablillo! ¿vas a comprar también pescado? -si Ricardo, esta noche me apetece comer algo de pescado, como te va todo le pregunte - muy bien, ya vienen las vacaciones de navidad he, me dijo Don Ricardo, si, ya vuelve la alegría, la melancolía y los regalos le dije, el se río y me dijo - has visto los precios del pescado, me sonroja pensar los precios de algunos pescados, -esta todo muy caro Ricardo le dije, como bien sabes yo como en el bar de la esquina ya que me sale más barato y como mejor, pero la cena es un pequeño ritual de lo habitual, al decir esto nos sonreímos los dos, mira fijate en el precio de las doradas, o del emperador, esta carísimo y no son pescados que se puedan denominar de "monseñor", hace diez años a mi padre se las regalaban las doradas, aunque costaban la mitad de precio, y sabes una cosa, yo he comido angulas vivas con las manos, a capazos, la gente que nos traía cosas en navidad, amigos de mi padre y clientes nos traían estas cosas y más, aparte de porque habían muchísimas más los precios no eran tan desorbitados me comentaba don Ricardo, sabes que las angulas que ahora están a 600 o 700 euros el kilo hace diez años valían como mucho y en los grandes restaurantes 30000 pesetas, las angulas, las doradas y todos estos pescados que hoy aparentan de realeza o no asequible para todos los bolsillos en mi pueblo las pescábamos a caña y sedal en la playa, y las segundas con un salabre en la desembocadura del pantano las cogíamos y se podían comer incluso vivas porque las aguas estaban infinitamente más limpias que ahora, actualmente ya ni quedan y las que quedan mejor ni mirarlas. Es un disparate lo que estamos pagando de más porque se este destruyendo todo, me comentaba enrabiado don Ricardo a punto de que le tocase el turno. Por favor me puede poner dos cortadas de emperador a precio de sastrecillo le dijo don Ricardo a la dependienta entre risas, si yo le contase a usted la de pescado que yo he comido entre pescadores no se lo creería exclamo don Ricardo, pero eso será otro día.